23 junio 2008

Revista del Club de la Escritura

TEXTOS SELECCIONADOS PUBLICADOS EN EL FORO

Los escritos que publicamos a continuación corresponden a los insertados a partir de Noviembre de 2007 hasta mayo de 2008. El criterio para seleccionar los mismos ha sido basado en la cantidad de visitas, la calidad del escrito y de los comentarios recibidos.
Esperamos que los disfruten: los que ya los habían leído, por segunda vez. Los visitantes a nuestra Revista que no hayan entrado nunca a nuestro Club, al descubrirlos.

HOMENAJE


Queridos amigos:

Escribimos sobre los sentimientos. Creo que al menos la mayoría de nosotros, actuamos también de acuerdo a los sentimientos.

Montse construyó este barco y llevó el timón durante mucho tiempo. Además del barco tiene una vida, una familia, proyectos e ilusiones que no puede postergar. Por esas razones, porque se debe a sí misma fue gestionando su retiro.Ella está apuntalándonos y ayudándonos a seguir adelante. Nos lo prometió.

Es verdad que le debemos mucho. Más que una carta; más que un poema; más que frases de despedida. Le debemos lograr que su barco no quede a la deriva, que no se hunda, le debemos la constancia y la promesa que este timón va a estar, si alguna vez lo decide, esperando por su mano firme, conocedora del rumbo.

Somos los herederos de un legado impresionante, y asumimos la misión con compromiso, con alegría, y con la certeza de que solamente poniendo el corazón en nuestras acciones estaremos cumpliendo con nuestro oficio humano.

Algunas veces dar lo más posible y hacer lo mejor posible no es suficiente para lograr los objetivos, pero sí es suficiente para quien tiene como objetivo dar lo mejor de sí.


Éste es nuestro homenaje a Montse. Le enviaremos todos los comentarios, abrazos y poemas que quieran hacerle llegar.Nos quedamos sin timonel, pero podemos remar. No la defraudemos.

09 junio 2008

VOY A ABRIR (Por Jesús Sánchez Rivas)

Voy a abrir mi alma, por si la tuya tiene frío
y busca reposo...
y te daré la llave,
para que descanse tranquila.

Voy a abrir mis manos
para tomar las tuyas,
por si el frío de la mañana
tiñe de azul tus dedos y tus uñas.

Abriré también mis ojos hoy,
por si tus pies
se desvían del camino
y te arrostran a la deriva.

Cerraré luego mis brazos,
para dejarte dentro,
bien prieta y así taparte
al viento de la noche.

Y cerraré también mis oídos,
para no escuchar a nadie
que reniegue de ti,
ni me mienta por la envidia.

Cerraré por fin mi puerta,
para abrirte a ti mi pecho,
liberar tu alma y tus manos
y guiar tus pies hasta mi lecho.

HAIKÚ
Todo labriego
cuida bien la semilla,
por la cosecha

LA PASTORA

(Publicado por María José Loureda Fuentes
bajo licencia de "Creattive Commons")
Yo soy la pastora
Que cuida el rebaño
Y negocio con los lobos
Porque no les hagan daño

Y para que no se conviertan
De los lobos en pitanza
A estos les cocino yo
Apetitosas viandas.

No quiero que mi rebaño
Sea de ovejitas
Quiero que sean personitas
Y con su propia opinión

Tengo o no tengo razón?

Cuando una ovejita
Sale espabilada
Le aconsejo yo
Para que no sea
Una oveja descarriada.

Y cuando una cabra
Se me tira al monte
Le riño muy seria
Para que regrese
Porque sino el lobo
Se la comerá
Sino está a mi vera

Nuestros acuerdos, no respetará.
Si mata a la cabra
Menudo follón
Todo el rebañito intacto

Tengo o no tengo razón?

Si llegamos juntos
A estos pastizales
Y los hemos abonado
Con un sinfín de emociones
No quiero que venga un lobo
Con muy malas intenciones

Y se me zampe una oveja
O mate una cabritilla
Pues tengo entre ceja y ceja
Y aunque trabaje un montón
Pastorear a mogollón

Tengo o no tengo razón?

08 junio 2008

Nadie, Nada (por Luis Manuel Avendaño)

Hagamos el amor en silencio
en la hora más larga.
Nadie,
nada,
ningún misterio te iguala,
ninguna piel como la tuya,
en tu intensa forma se confunden
mujer
y hermosa niña.

LA HABITACION FRÍA (por Encarna Navarro López)


La habitación estaba fría; muy fría pero a ella siempre le había gustado sentir el invierno en su cuerpo fino y delgado y ahora cuando las primeras tormentas de noviembre se dejaban caer sobre la recia techumbre del viejo caserío, ambos se sentían tan felices como años atrás.

La amplia estancia disponía de una antigua chimenea que, por su estado, parecía haber sido usada por última vez hacía muchos siglos.

El calor no es bueno para los libros, se decía a si mismo Alberto; además a ambos nos gusta saborear el frío del invierno ¿verdad? Y comentaba esto mirando con ternura a su amada Cristina, mientras esta tomaba lentamente una infusión.

Ella siempre había tenido el hábito de subir una de sus flexibles y delgadas piernas en la silla en que cenaba; adoptando una posición de gracilidad propia de una bailarina de ballet que a Alberto siempre divertía. Mientras ella tomaba sus hierbas, Alberto recorría con su mirada el amplio y lúgubre espacio, muy mal iluminado por unas escasas velas. Nunca se había fijado en lo extensa que era su biblioteca y cuantas horas de juventud, si alguna vez fue joven, había dedicado a la lectura.

La maciza biblioteca llegaba hasta el techo, muy alto, cubriendo por completo las paredes de la habitación; y una escalera corrediza facilitaba el acceso a los libros más elevados que eran los que Alberto rara vez consultaba. Simplemente estaban allí porque eran su pasado. Nunca quiso deshacerse de ellos porque alguna vez los leyó y Alberto estaba convencido de que en un libro, una vez leído, pasaba a formar parte indisoluble del alma humana, de sus sueños y recuerdos. Tirarlo, por tanto, era tirar un fragmento de su vida y ya había perdido demasiado como para seguir dejando lastre...

Llevaba varios días leyendo a su amada Cristina una vieja y desgraciada historia de amor que a ambos siempre emocionaba; las cartas de amor de Julián y Eloísa, aquellos ardientes amantes que antepusieron su corazón a las rígidas normas de sus familias...Su único vínculo fue la palabra. Nunca dejaron de escribirse y sus corazones, aunque la unión en este mundo fuese imposible, siempre latieron juntos.

A Cristina siempre le gustaba que Alberto le leyera algún capítulo de un libro de amor romántico, tan bellos por imposibles, y Alberto disfrutaba haciéndolo mientras, con disimulo, la miraba de reojo para ver sus vidriosos ojos verdes y su rubio cabello cayendo descuidado sobre sus hombros. Su mirada reflejaba en cada instante lo que él leía, pasaban de la tristeza a la alegría. Alberto quería prolongar ese momento idílico, leyendo pausadamente, y sólo de vez en cuando interrumpía la lectura para contemplarla, o comentar algún pasaje.

Hacía mucho frío esa noche y Cristina estaba muy silenciosa; pensativa; imaginó él. Se le ocurrió encender la chimenea pero sabía que eso a ella le desagradaba y cambió rápidamente de idea, mientras se daba vaho en las manos.Afuera, en la negra noche sin estrellas, refulgían los relámpagos y un rayo cayó muy cerca. Escuchó como la empalizada de madera del jardín se derrumbaba en sorda y pesada caída y una luz cegadora inundó durante un segundo la estancia. Oscuros rincones que durante años habían permanecido ocultos en la sombra, surgieron de las tinieblas en que se guarecían mostrando una nueva cara. Allí vio Alberto apiladas varias cajas de madera conteniendo fragmentos de su pasado bajo la forma de amarillentas cartas de amor; allí vio durante ese segundo el viejo busto de Palas atenea que ambos compraron a un extraño anticuario y que bajo la sorpresiva luz, mostró una expresión de crudeza más blanca y marmórea que la muerte misma.

Alberto miró de nuevo a su amada Cristina que seguía apoyada en la mesa en su posición de bailarina y fue entonces cuando le pareció ver que una lágrima se deslizaba por su mejilla.

Pensó que quizá el rayo la había asustado, pero ambos estaban acostumbrados a pasar largas noches de invierno en la vieja casona y las tormentas solían ser muy violentas. ¿Qué te pasa?, le preguntó. Pero Cristina siguió silenciosa. Seguía mirando fijamente la taza de infusiones, vacía desde hacía tanto tiempo...

Fue entonces cuando Alberto se dió cuenta de que la luz brillante del rayo que a intervalos invadía la lúgubre tranquilidad de la biblioteca refulgía, ahora permanentemente, a través de los ventanales. Y ya no hacía frío en la estancia.

Poco a poco el calor fue filtrándose por los muros y sintió que empezaba a ser sofocante. Temió entonces por su amada Cristina y se volvió bruscamente para mirarla.

Seguía en su sitio, pero ya no disimulaba su temor y unas claras y definidas lágrimas surcaban su cara angelical. Durante unos segundos Alberto siguió aquellas lágrimas recorriendo sus mejillas, lamiendo su fina barbilla y cayendo, como las hojas de otoño, sobre la mesa. Y al estrellarse contra le mesa formaban pequeños círculos irregulares que, en su aturdimiento, le parecieron pequeñas estrellas brillantes, como aquellas que solían observar juntos en las noches de verano.

No llores más, mi amada, estoy aquí contigo. Seguimos juntos, como siempre hemos estado. Espera, dijo Alberto, te abrazaré como se que te gusta. Y se dirigió hacia ella, mientras las llamas empezaban a lamer lentamente el extremo de la negra cortina, que ahora cobraba un titilante color violeta.

Notó al abrazarla un calor tibio que hacía mucho tiempo no la acompañaba y se fundió con ella tan profundamente como cuando era real. Notó sus lágrimas, notó su cera recorriendo sus brazos protectores que la enlazaban y le pareció sentir el pálpito de un corazón que, de nuevo, latía junto al suyo. No sintió dolor alguno cuando el fuego les envolvió y cerró dulcemente los ojos...

ANOCHE (por Federico Gaona López)

Murmurando en el silencio tú nombre,
Voy impregnándome de tu aroma,
Al recorrer tus valles y montañas,
Se va pegando mi piel a la tuya,
Cabalgar tus llanuras es delicia que llena,
Penetrar tu hondonada es deseo que sublima.
Abrevar en tu manantial de vida sacia mis ansias de ti,
Tu maná es mío y yo fui tuyo.
Anoche .........Anoche, soñé contigo.

Respuesta secreta a la pregunta: ¿Cómo estás? (por Patricia Gandaria)

Cansada de contar las horas.
Cansada de decir que es tarde.
De extraños poemas melancólicos
de otoños miserables;
de palabras vacías y elegantes.

Cansada de caminar a ningún lado.
Cansada de buscar y no encontrarte.
De tratar de explicar lo inexplicable.
De esperar un pasado que no vuelve.
De entender que volar… sólo las aves.

Cansada de consejos oportunos.
Cansada de temer las madrugadas.
De pastillas de colores diferentes,
de una realidad inanimada.
De sostener el vaso medio lleno
y darme cuenta que no tiene nada.
Cansada de sentir cansancio.
Muy cansada…

TÓCAME (por Verónica Mantilla Carranza)

Tócame
Recíbeme en tu cuerpo,
acógeme en tu alma
y tócame con tus versos
hasta que raye el alba.

Acéptame en tu lecho,
envuélveme en tu piel,
y sumérgeme en el silencio
con tus besos de miel.

Une tu pecho al mío
que quiero sentir tu palpitar
Esta noche hace frío
y con tu amor me vas a cobijar


Verónica Mantilla

¿Por qué se escribe tan mal? (por Laura Foletto- "Abrazar la Vida")



Frecuentemente, leo en Internet alguien que se disculpa por horrorosos errores de ortografía, sintaxis y puntuación con un “estoy escribiendo rápido”.

Yo me pregunto: ¿qué tiene que ver la velocidad con poner “b” en lugar de “v”, escribir una larga perorata sin comas ni puntos o comunicarse incorrectamente?

Muchas veces, tengo que leer algo dos y hasta tres veces para entender de qué se trata.

Antes, estas faltas eran comunes en personas con poca educación pero hoy son moneda corriente en graduados universitarios. Conozco muchas razones para esto pero, en el fondo, relaciono una buena expresión con una buena mente. Me da qué pensar un profesional que no sabe comunicar adecuadamente lo que piensa, lo que es, lo que hace, lo que siente. Obviamente, hay grandes estafadores con un enorme poder de retórica y casi iletrados con una capacidad excelente. Pero… ¿qué piensas?

POESÍA: ¿Por qué aquí sí y en las librerías no?

Cada día que entro en el "Club", especialmente desde que forma parte de Xing dónde los números cantan (hasta la Traviata), me sorprendo y alucino y es que el foro de poesía no para.
El número de entradas diarias es enorme, no sólo de los poetas que dejan sus palabras rimadas, sino también de lectores que dejan sus opiniones sobre las mismas y otros poetas que a su vez contestan con más rimas.
Sin embargo, me da la sensación de que publicar poesía "en papel" es complicado. Cuando vas a una librería casi hay que rebuscar para encontrar la estantería de poesía, en la que por lo demás, abundan los clásicos, no viéndose mucho nuevo.
Tal vez sea una impresión equivocada, pero en el mundo del papel, ocurre justo lo contrario que en este rincón virtual y yo me pregunto porqué.
O sea, que no lo entiendo, vamos.

(Por María M. V.)

Caballito de Lata (por Orestes Aguilar Iparraguirre)

Caballito de lata, corcel de ciudad,
corre caminos de diversos senderos;
el camino tirita a tu ojo de cristal;
de caucho y acero son tus aperos.

Tus negras patas dibujan líneas
famélico, puramente esqueleto
los músculos de mis piernas
son los forrajes de tus estribos.

Fiel compañero, de mil aventuras
siempre silencioso, tu no relinchas
nunca te pajareas, ni te encabritas
tu no me tiras al suelo por las puras.

Tus pasos van al son de tu amo
algunos pausados, otros apurados.

Momentos de Amor (por Fabio Alberto Cortés Guavita)

Blanca es la riqueza
de tu imagen en mi alma
la risa esplendorosa
brota con la luna llena
ni la congoja enturbia
mi radiante instante.

Amor y traición
sinónimos del desencuentro
implora el olvido
en noche de quimera
la despedida trunca.

La irracionalidad del amor
enfrenta al desamor con bronca
en la cadena intensa de la vida,
sólo con la madurez
llega el perdón.

Más... hay algo en mi vida,
que acrecienta mi anhelo,
mi ambición de vivir
a pesar de todo y de todo
s¡ ese algo eres tú!

Tristeza (por Ximena Pozo González)

Tristeza.
Tristeza, qué palabra tan extensa
no la quería para mi
pero hoy me siento así.

No quería tu desprecio
ni tampoco tu olvido
sin embargo
rápido lo hiciste mío.

Hoy estoy triste
aunque aprendí
que ese sentimiento
a todos nos toca con algún fin.

Tristeza, sé que en mi
hoy te alojarás
pero mañana
juro que te marcharás.

Tristeza realidad en muchos,
tristeza mala consejera
tristeza matas a algunos
más a mi, te lo aseguro.

Tristeza, por qué llegaste a mí...

Ximena Pozo

Piedritas (Por Rod Ceja)

Un día y parafraseando a alguien que se consideraba mi enemigo, me amenazo diciendo, y pondré todas las piedras que pueda en tu camino, hasta que por fin tropieces... y yo le conteste:Pon todas las piedras que puedas,que con ellas, solo conseguiré trepar mas alto;gracias amigo mío

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